Fiesta del milenio

Llegamos allí y no sabíamos muy bien qué hacer.

De repente, en aquel restaurante había decenas de niños etíopes, creo que nunca o casi nunca había visto un niño etíope de verdad. Sólo a través de la pantalla del televisor o del ordenador.

Todos me parecían perfectos, todos ajenos a las miradas de los mayores, pasándolo bien con el pirata, Peter Pan y algún que otro personaje más del mundo infantil.

Celebrábamos la entrada en el nuevo milenio de Etiopía, que fue el pasado 12 de septiembre.

Lucía estaba descolocada, no conocía a nadie y nadie le hacía caso. Ella era la diferente en aquel sarao. De hecho, después de bastante rato vagando sola de acá para allá, se puso a hablar con otra niña blanca, supongo que se sentía cohibida, aparte de que no sé cuántos niños de los que allí había, hablaban español.

Cuando tomó confianza, empezó a pasarlo bien y nosotros ya empezamos a disfrutar un poco.

Queríamos hablar con los padres que ya habían adoptado, y con los que no, pero como somos tan cortados, nos quedamos un poco parados. Al final, Ramón rompió el hielo con Carlos, un reciente padre de un niño riquísimo de casi 4 años. Su nombre me encantó, pero no logro acordarme, tampoco del de su mujer. Qué desastre. Sí que me acuerdo de Mª José, de Almería, monoparental y contentísima porque su asignación es inminente.

Echamos unas risas, unos bailes y algunas lágrimas (de emoción).

Qué ganas de que estés aquí, seas quien seas, seas o no todavía. ¿En qué momento nos encontraremos?