jueves, 25 de diciembre de 2008

Segundo día de cursos

Hoy es Navidad y mi familia está a punto de reunirse para comer. Es un día especial porque estamos todos los que formamos mi familia extensa: mis padres, mis dos hermanos (uno de ellos recién llegado de Holanda, donde vive y trabaja), la pareja de mi hermano mayor (falta su hija que hoy está con su papá), mi queridísima abuela, mi marido y mi hija. Mi madre ha comprado una mesa más grande, por fin, porque en la otra apenas cabíamos. Además hay que pensar que en breve habrá otro comensal a la mesa... No me enrollo con esto porque lo que quiero hacer es aprovechar este ratín para contar el segundo día de los cursos de Mundi.

El sábado 20 hacía menos frío en la sala, ya caldeada del día anterior. Nos esperaba Rocío, la otra psicóloga de la ecai, que nos habló sobre los orígenes de los niños, su pasado, la forma en que entienden ellos la adopción, cómo tratar del tema con ellos, el tema del nombre (cambiárselo, añadirle otro, etc)... Varias frases de Rocío se me quedaron grabadas especialmente: tenemos que aceptar a nuestro hijo con su pasado, sea cual sea, sea cual sea. Y los niños siempre tienen una familia biológica, esté viva o muerta. Siempre estará en su cabeza esa idea o esos recuerdos si son más mayores. Si no saben nada de ellos o no les recuerdan, fantasearán sobre ellos. El caso es que no podemos obviar esa realidad y tenemos que estar preparados para asumirla y acompañarles a ellos en su elaboración y aceptación.

Otra de las cosas que dijo Rocío es que los mayores a veces tendemos a ser más niños que los mismos niños, no nos comportamos como adultos, y eso puede hacernos daño a todos e incluso puede hacer peligrar el éxito del proceso adoptivo. Un ejemplo, cuando el niño te suelta una de esas de "pues me quiero ir a mi país", no tenemos que pensar "claro, mira lo que dice, eso es que no me quiere, qué mal me siento". No, tenemos que tener más vista que ellos y darnos cuenta de que lo que quieren es que les reafirmemos que les queremos tal y como son. Otro error que decía que suelen cometer los padres es considerar a estos niños más maduros de lo que son. Es cierto que están más "espabilados" que los niños de aquí, pero siguen siendo niños y como tales tenemos que tratarles.

Hablamos de lo duro que es para ellos todo el cambio. De repente se marchan de su entorno, de su país, se alejan de las personas que conocen y se van con otras que no conocen de nada, tienen un aspecto extraño, de color blanco, huelen distinto, hablan raro... Todo esto es un tremendo shock para ellos y hemos de tenerlo en la mente. Probablemente el encuentro no sea ese momento mágico que alguna vez hemos imaginado, con lágrimas y besos y abrazos. Posiblemente el niño llore amargamente, patalee y no quiera acercarse a menos de 5 metros de nosotros.

Y luego llegamos a Madrid, a Barajas y les esperan montones de desconocidos que quieren besarle, achucharle y hacerse fotos con él. Rocío nos recomendó que ese momento sea lo más tranquilo posible. Que no nos vayamos luego de celebración multitudinaria con todo el mundo. Que seguro que todos están deseando compartir nuestra felicidad y nosotros con ellos. Pero hay que pensar en el niño, que quizá necesita descansar y asimilar despacio todo lo que le está pasando.
Además es muy importante comenzar a desarrollar el apego desde los primeros momentos. El niño necesita de los padres continuamente. Al menos los primeros meses lo necesita. Lo necesitamos todos, también los padres. Es contraproducente meterle directamente en una guardería o colegio. No pasa nada si el niño empieza más tarde la escuela. Lo prioritario es establecer bases fuertes para crear el apego. Para vincularnos y adoptarnos mutuamente. Muchas veces creemos que el amor por nuestro hijo adoptado va a ser un flechazo y si no ocurre así nos sentimos mal e incapaces de quererle. Y esto no es así. Lo más normal es que no sintamos flechazo alguno. Y que poco a poco, día a día, con cariño, paciencia, templanza, etc, vayamos enamorándonos del niño o niña y haciéndolo nuestro hijo o hija. Y viceversa, él o ella nos hará su mamá y/o su papá.

La verdad es que la mañana se me pasó volando hablando de todos estos temas, muy interesantes y necesarios. Hubo un momento muy polémico, en el que salió el tema de la posibilidad de que los niños tengan un pasado de malos tratos o abusos sexuales. Rocío decía que no podíamos decirle al niño que su papá o mamá fueron unos impresentables, desgraciados, etc, etc. Ni siquiera al ser adultos. Que teníamos que decirles que sus papás les quisieron de la mejor forma que supieron. Yo me exalté mucho porque esto no entraba en mi cabeza. ¿Cómo voy a intentar que quiera a su padre biológico si abusó de ella o le pegó? Por supuesto que no puedo contarle a un niño algo tan tremendo de niño y menos aún si ni siquiera me pide que le hable de ello. Pero de ahí a que cuando sea adulto exculpe a un padre o madre maltratador...va un abismo. Fue un tema muy controvertido y difícil y daba pie a todo un día de reflexiones. Así que no pudimos avanzar mucho con el tema.

Me reclaman para la comida navideña...en otro rato sigo.

FELIZ NAVIDAD

2 comentarios:

Sory. dijo...

Hola Begoña, lo primero de todo felicitaros la Navidad.
Respecto a la entrada que has escrito, coincido con lo que os comentó la psicóloga, es lo mismo que leí en el libro "Cuando los niños no vienen de Paris" y en el que estoy leyendo ahora "Como educar al niño adoptado" frente a situaciones de malos tratos, abusos...te explica como debes plantearselo a los niños.
Pronto estará BibliotecABAY en marcha con todas estas recomendaciones.
Besos.

Anónimo dijo...

A veces ponen a prueba nuestra moral, también si es más importante un prejuicio nuestro que la salud emocional de nuestro futuro hijo. En ese momento nos dicen si seremos capaces de respetar el pasado de nuestro hijo sin nuestros acomodados valores occidentales.

Suerte

Barrabaso

 
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