Binta y la gran idea

Ayer acabé de ver el corto. Aproveché un rato ocioso en la oficina. Me quedaban 10 minutos que ver, pero casi no vi nada, porque como estaba nerviosa por si me pillaban, me limité a escuchar prácticamente.

Me quedé flipada con el desenlace. Estaba emocionada todo el rato escuchando la dulce e inocente voz de Binta, la música africana tan fresquita, viendo los bailes de las mujeres, sus sonrisas, sus tristezas...y de repente, plaf! bofetón.

Tardé en reaccionar. Me quedé muy angustiada en un primer momento. Luego, al hablarlo con Cris, me di cuenta de que no era ese el mensaje que debía guardarme sino otro distinto.

Al llegar a casa, le pedí a Ramón verlo juntos. Le encantó. Me encantó. Después me hizo ver que, a pesar de que la película es encantadora y fantástica, no es la realidad ni tiene que ver con nuestro caso.

Nosotros no vamos a salvar a nadie, no nos creemos eso, afortunadamente. Pero yo me preguntaba, ¿realmente será feliz mi niño/a etíope en este mundo de gente cegada por las luces de El Corte y similares?

En nuestra mano está poner nuestro granito de arena para que este mundo no sea tan inhóspito y material. Nosotros trabajamos en ello cada día. Es importante tenerlo en la cabeza porque es muy fácil olvidarse de ello.

Cuando Ramón me recordó que estos niños adoptables no tienen familia ni futuro si no son adoptados, me quedé más tranquila. No soy una superhéroe ni pretendo serlo. Sólo quiero ser mamá y que mi hijo/a sea feliz. Sólo eso, que en realidad lo es todo.

Os recomiendo a todos, padres y madres adoptantes, padres y madres a secas, no padres y no madres, niños y niñas, personas en general, que veáis este corto. Es un zarpazo en la cara que te revuelve un poco las tripas y las neuronas y que viene fenomenal para reflexionar un poquito.

Además está hecho con mucho cariño y humor y es de una gran belleza, yo diría que sí.

Es un cortometraje de Javier Fesser nominado a los Oscars de este año 2007, que no llegó a ganar, pero que se lo merecía.