Cada pasito me acerco a ti

Me despierto con la pereza a cuestas pensando en las miles de cosas que debo hacer antes de volver a la cama. En pocos segundos me viene a la mente un pensamiento bonito, hoy estoy más cerca de ti.

Me gusta pensar que cada pequeña cosa cotidiana y mecánica que hago, como la ducha, el desayuno, el cepillado de dientes, el maquillaje... suponen un ratito menos para conocerte.
El ruido del coche al arrancar, la llegada al cole para dejar a tu hermanita (como te echa de menos ella, sin niquiera saber quién eres), la llegada a la oficina en busca de aparcamiento, el ascensor, el sonido del portátil al iniciarse, el café de media mañana frente a la pantalla, los mensajes del foro, el trabajo del día, la comida apresurada de tupper en el comedor de la empresa, la salida a las 18:30 rezando por no encontrar atasco, la llegada a casa, el saludo de Mambo (nuestro querido perrito), el de Lucía, el de Ramón, las charlas sobre el día pasado, la lavadora, el baño de la niña, la cena, las dos horas de sofá y televisión, y las ganas de tenerte cerca siempre en la cabeza.

Y mientras escribo esto sé que ya queda menos, un poquitín menos, para abrazarte, seas quién seas, niño o niña, de 1, 2 ó 3 años, con tu pelo rizado y tu piel oscura. Cada vez que escucho a Lucía jugar como si ya estuvieras aquí, y tratarte con tanto cariño, cuando me pregunta, mamá, ¿cuánto falta para que me crezca el hermanito? o mamá, ¿yo vine de Etiopía?, se me hace un pequeño nudo agridulce en el estómago. Yo también te echo de menos.